Bala Perdida no tiene obstáculo, con su velocidad se pierde, se agota y se cae. Un cielo y un mar perforado, agotados de tanta velocidad.
Una propuesta de Sabrina Montiel-Soto al gesto perdido en el rumbo, en la nada. Un acto de imprecisión que se lleva por delante la realidad, un pedazo de inmaterialidad y de memoria.





